A vece me pregunto porque la gente quiere o desea viajar. Algunos
más, otros menos. Algunos lo niegan y otros lo viven. No quisiera entrar en los
detalles particulares, pero si en los generales. A ver, lo vamos a preguntar en
crudo. ¿Cuántos son los que no les gustaría viajar? ¡Vamos! Cerca o lejos mi
respuesta es: Todos.
Cuando me subí a ese bendito tren no sabía a donde iba, creo
que había leído un par de veces el nombre de esa ciudad, pero a ser sincero no sabía
ubicarla bien en el mapa, suponía que estaba al oeste, digo supongo ya que en
esas latitudes el sol se comportaba bastante extraño. Pasaban las horas y algo
me hacía estar tranquilo de que iba a encontrar algo que me respondiera, no sabía
bien que era lo que iba a encontrar, tampoco lo que en ese momento me hacía
estar tranquilo, muchos ahora dirán que clase de locura había en mi cabeza,
pero doy fe de que yo estaba muy bien. Miraba un mapa y me imaginaba una geografía,
miraba el paisaje y dudaba del mapa, leía carteles y empezaba de cero. Lo mejor
es que no había dudas ya que desde el primer minuto de viaje no había destino,
solo había algo que yo desde hacía muchos años tenía en mi cabeza y era ir a Noruega.
Creo que debe haber sido el inconsciente, o por lo menos se lo atribuí a eso.
Llegue a esa pequeña ciudad llamada Bergen, me sorprendió en
algo, era más chica de lo que me imaginaba, pero más pintoresca de lo que creía,
y esto me hacía feliz. Me pareció
hermosa, es más, la elegiría dentro de las que viviría. Así y todo seguía sin estar
seguro de haber encontrado esa respuesta… En esta parte ocurre uno de esos
tantos momentos en los que conoces personas de otros países y decidís compartir
esa ciudad, recorridos, comidas y algunas experiencias. Si algo nunca me
dificulto es contar lo que tengo en mi cabeza. Así fue como le conté de esta
pregunta a mi amigo chileno con el que iba de aquí para allá, hay una anécdota muy
interesante sobre el hostal que les contare en otro post. Hablando de esto él se sorprendía que alguien
vaya por ahí buscando una respuesta en un mundo que no conoce, pero él creía que
estaba cerca de mi respuesta.
Ya en la mañana me dirigí al Marken Fish, lo busque y fuimos
a un barco con algunas personas arriba, turistas de una primera impresión, y me dice subí ya hable con tal (no sé quién),
te hacen un descuento bastante importante, yo hasta ahí creí que iría conmigo,
lo que ahora saben que no fue así. Ya desde arriba del barco le pregunte a el
que estaba en el muelle si sabía a donde iba el barco, lo único que me dijo es…
A Flam!
No sabía dónde era, ni en qué país, ni en qué dirección, ni
que había, ni nada. Empiezo a sacar fotos como para no perder el tiempo, pero
lo que más intentaba era identificar idiomas, o mejor dicho intentaba
identificar español o inglés, para así poder preguntar algo de este lugar
llamado Flam.
El recorrido era por los fiordos noruegos, una de las
maravillas más lindas que conozco, si pienso en libertad pienso en los fiordos,
no sé porque y ni me importa, pero me encantan. En eso veo a una persona con
una campera del club de fútbol Barcelona, no lo dude y le pregunte si hablaba
español o inglés. Gracias a dios español. Bueno le pregunte sobre el barco bien
a donde iba, por donde, cuanto tardaba, etc. Obviamente el me pregunto primero
como es que me subí ahí sin saber nada de eso, asique le hice un resumen hasta
el momento que subí al barco, esa historia se llevó un almuerzo de premio. En fin
me contó sobre el gran fiordo por el que pasaba el barco y las paradas que
hacia hasta terminar el recorrido en Flam, pero que aquí comenzaba el verdadero
recorrido: el tren de Flam-Myrdal. Es raro después de tanta modernidad y trenes
de alta velocidad por varios países, subirte a uno algo modesto.
Como dije anteriormente, lo que más tenía en mi cabeza era
el creer que mi respuesta que tanto buscaba se llamaba Flam, vivía los videos y
fotografías una y otra vez para poder confirmar eso, lo que más apoyaba mi decisión
era mi felicidad por haber podido realizar esta experiencia; pero algo no
estaba del todo bien, y sí, tengo que decir que ese no era el lugar donde
estaba mi respuesta, lo creyera o no, ahí no estaba. Por un lado tenía
felicidad y por otro lado cierta frustración ya que no podía sentir que tenía
la respuesta. Con mi mezcla de sensaciones torturándome, me dirigí al mercado
para agradecerle a esta persona que me hizo subir al barco. Cuando me ve lo
primero que me pregunto fue si encontré algo, le dije que estaba feliz y
emocionado por lo que había vivido, pero le dije que no sabía si había encontrado
ese maldito porque. Le dije que había encontrado algo, que tenía un pequeño
recuerdo de ese lugar, ya que me había traído conmigo una pequeña roca con una
forma llamativa, por lo que seguramente recordaría ese lugar siempre. Él se quedó
mirando la roca y riéndose me dijo que si iba a estar algunos días más, le dije
que esa misma noche volvía a Oslo y que ahí vería a donde más podría ir. Él me
dijo lo que tenía que hacer, o más bien yo le dije lo que me tenía que decir,
es más tuvo la respuesta en sus manos…
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