Nunca digas nunca, nunca digas nunca, nunca mas.
Una fiesta total. Difícil de explicar y fácil de recordar, pienso que muchos lo viven, pero son mas los que nos permiten ser los "pocos" que lo entendemos. Difícil de predecir, cuanto se hablo y cuanto se cumplió. Cuantos se llenaron la boca y unos pocos lo vimos pasar por nuestros ojos. Cuantos ojos recibieron ese saludo con la mano a través de la oscuridad de ese cristal. Levanto el fervor de los pocos que residíamos en los metros de veredas que daba el sol con mucha piedad. Y así llego el día de salida lo que no fue mas que una salida de rutas, todos conocidos a través de alguno y ninguno conocido por todos. Locura que se deposita a kilómetros mas y kilómetros menos de lo que para todos es lejos. Lo que sea por llegar a esa presentación que todos saben que nada tiene que ver con la anterior. Un gran lodo para una gran fidelidad. Que importancia tiene si cuatro sobre el escenario me hicieron saber que ya nadie va a escuchar su remera. Cuanto sabíamos de esto si nene-nena esta en un inconsciente nomas. Cambiar el martini por fernet era la ecuación mas común, y el asado el acompañante por decreto ricotero. La previa es el momento pico de cualquier show que no sea de el. Nos dijo que opina de una cultura de hoy, sedujo mas de una pagana con letras que enseñan, nos llevo por el tiempo a cuando ni ellos sabían a donde llegarían y cerro fiel a cada una de las almas de abajo. Volver kilómetros para el regreso, destruidos los músculos del cuerpo, y con el alma tocada por ese especie de guía. De a mil, ciento cincuenta mil, ciento setenta, o más, se toma una ciudad por unos días para la procesión y la odisea, y se baila y se canta. Como explicar tanto convencimiento y tanto amor, como explicar esa fidelidad única que le profesan los suyos, sus fieles. La pregunta acorde de varias horas después es, ¿donde es el próximo?. Nos quieren pacientes. Mai dire mai, mai dire mai, mai piú.
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